¿Te atreves a soñar?

jueves, 21 de agosto de 2014

Huelga de la alegría

Se sentía tremendamente sola. Todos le habían vuelto la cara sin darle explicación y nadie le había advertido que esas cosas a veces suceden. Se vistió con uno de los vestidos que había colgado sobre la silla de la habitación y salió a la calle. Creyó que allí dejaría de pensar, pero no sabía que la inquietud es amiga de las lágrimas y que tira de las comisuras hacia abajo. 
Cuando llevaba una hora deambulando, dando vueltas por todas las calles de su adolescencia, se dio cuenta de que la pena seguía abrazada a su pecho y a su garganta. Ni siquiera el ajetreo de una fiesta era capaz de robarle la pena, y decidió regresar. En el camino, no se dio cuenta de cómo una madre abrazaba a su hija, a la que no veía desde hacía meses, ni de que el mar murmuraba enamorado. No se dio cuenta de cómo el sol se despedía con su corona dorada, ni de que alguien la había mirado.

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