¿Te atreves a soñar?

lunes, 24 de noviembre de 2014

Toulouse Lautrec: herido de muerte

A Toulouse Lautrec le fascinó la noche de París. Había nacido en una familia aristocrática y, si no hubiera sido por su fragilidad física, quizá sus obras habrían sido muy distintas. Se crió en el campo, en el Castillo de Albi, pero su refugio fue el Moulin Rouge de París.

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec tenía todas las cartas para ser un “don nadie”. Tenía un apellido aristocrático y creció rodeado de comodidades, pero su padre le rechazó desde la infancia. Le desagradó su debilidad y, más adelante, también su ocupación como pintor de los bajos fondos de París. 

Nació el 24 de noviembre de 1864, hace 150 años, y pasó su vida buscando un amor con el que superar sus miedos. Lo encontró en la noche: en sus luces, sus deseos, en las bailarinas del Moulin Rouge y en el alcohol. 

Dance at the Moulin Rouge, por Toulouse Lautrec

Su pintura, enmarcada en el postimpresionismo, fue reflejo de sus anhelos. Envidiaba las piernas fuertes de las bailarinas y las representaba siempre largas, ligeras. A las demás figuras, sin embargo, trataba de ignorárselas y las escondía debajo de las mesas o fuera de encuadre. Él había sufrido una rotura de fémur en cada pierna y eso limitó su crecimiento.

Toulouse Lautrec, pseudónimo que adoptó por orden de su padre, que aborrecía que relacionasen su apellido noble con su inmersión en el mundo nocturno, me parece un artista emocionalmente contradictorio. Se esforzó por superar sus límites y no se rindió cuando su progenitor le retiró la herencia y le rechazó oficialmente. Pero trató de aliviar su dolor en los burdeles y ahogándolo en alcohol. Vivía herido de muerte. 

El joven Toulouse, que falleció a los 37 años, es uno de los grandes artistas de finales del siglo XIX, pero sufrió tanto... Si tuviera que elegir las palabras claves de su vida, no dejaría de mencionar a su familia porque fue su trampolín del arte y su tormento. Su madre le apoyó hasta el final, pero le pareció que su padre nunca le quiso. Padecía dolor agudo en las piernas, pero la mayor estocada, estoy segura, se la dieron en el corazón.

In Bed: The Kiss, por Toulouse Lautrec