¿Te atreves a soñar?

sábado, 16 de agosto de 2014

Soñar como cuando éramos niños

Sofía y Laura se despegaron de sus padres a la carrera. Habían visto el arroyo donde el agua se bebía dorada y creyeron que esa mañana sus deseos se cumplirían de verdad. Las dos hermanas se habían acostumbrado a ignorar las advertencias de sus padres. Laura, la más pequeña, soltó un gritito al tropezar, pero al recuperar el pasó comenzó a reírse. Las envolvían los pájaros y el murmullo monótono de las cigarras, y el sol atravesaba las copas de los árboles con tanta fuerza que todo el camino parecía luz.

Con los vaqueros llenos de tierra y la respiración entrecortada, las niñas alcanzaron la fuente de piedra. En ese punto, tenían un ritual. Sofía arrancaba alguna hoja grande del suelo y la limpiaba en su camiseta, luego ocultaba con ella su rostro y murmuraba un deseo. Laura la imitaba, sin dejar de mirarla de reojo, y las dos introducían sus hojas en el agua brillante del manantial.

Decían que el agua era mágica porque en ella incidía especialmente el sol. Los rayos bailaban y saltaban, salpicando de fantasía la imaginación de las hermanas.

–Yo seré una princesa –aplaudió Laura–, y viviré en un castillo muy grande y muy bonito.

–Pues yo viajaré por todo el mundo –exclamó la mayor.

Las dos se rieron y aplaudieron, atentas a cómo sus hojas se unían a la danza de destellos.

Laura cerró los ojos y apretó los labios, con la sonrisilla jugueteando en las comisuras. Y Sofía, imaginándose en los colores de la India, en las playas de Australia o en la sabana africana, se puso a saltar con los brazos extendidos. El corazón les palpitaba con un sueño.

1 comentario:

  1. "Pues yo viajaré por todo el mundo" dije yo cuando era niño. Y es que no dejamos de ser niños, Blanca.

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