¿Te atreves a soñar?

martes, 28 de enero de 2014

Sexo en Wall Street

Nunca me había aburrido tanto en una película. Y no tuvo nada que ver el cansancio de un día de trabajo. Le daré un poco de publicidad al “Lobo de Wall Street”, aunque no sea muy afortunada, porque a mi me hubiera gustado una advertencia antes de pagar por ella, que alguien me hubiera dicho que el trailer era un espejo mal enfocado, que de grandiosa solo tiene la actuación de Leonardo DiCaprio y que puede resumirse en tres palabras: pornografía, drogas y corrupción.

No hay más. Pornografía, drogas y corrupción. Porque entiendo que haya escenas de sexo, pero no tantas como para aburrirte. Desde que empieza y hasta que acaba, como si fuera el hilo conductor. ¿Que ese mundo solo se entiende con el apetito sexual? Pues muy bien, me parece estupendo, pero no hace falta ser tan explícito. O por lo menos tan explícito en todas las escenas. Prostitutas, tríos, más prostitutas, orgías, de nuevo prostitutas, infidelidades, etcétera, etcétera, todo lo que uno quiera imaginar.

Lo que me molesta no es que sea pornografía encubierta. Quien quiera verla, pues adelante. Lo que me enfada es que no te lo dejen más claro en el trailer, en los carteles o en la sinopsis, o donde se quiera, pero en algún sitio.

Esperaba más que sexo de una película tan en boca de todos y me he llevado una decepción. Tres horas medio dormida, medio asqueada y con el móvil sin batería. Porque son tres horas de lo mismo. Y quizá el problema sea mío, por esperar algo más, pero me habría gustado saber de qué iba realmente. Solo eso, para no sentirme engañada.

sábado, 18 de enero de 2014

El catorce

La carcajada le estalló en la cara. Yolanda recogió sus carpetas de mala gana y se ató el pañuelo al cuello.
‒Pues no, no tiene nada más que decirme, no se moleste. Y no, tampoco hace falta que me indique dónde está la puerta.
La risa se estremeció con más fuerza.
‒Ay, Yoli... pero qué mal le ha sentado el comienzo de año.
La mujer refunfuñó y alzó la barbilla.
‒A mí nunca me ha gustado el catorce.
Se giró con el mismo ímpetu de sus pisadas y abrió la puerta de un tirón.
‒No se le ocurra seguirme ‒le advirtió a la risueña‒. O la denuncio.
El portazo tembló y se escapó otra carcajada. La profesora miró al niño que estaba sentado en la segunda silla del despacho y le ofreció gominolas.
‒¿El catorce te parece un número feo?
Fernando se mordió el labio y arqueó las cejas, hundió la mano en el bote de colores que le ofrecía y habló.
‒Mi mamá piensa que sí.
La profesora sonrió.
‒En ese caso... no se hable más sobre el tema.
El niño se miró las zapatillas.
‒Pero a mí me gusta... ‒murmuró.
‒¿Te gusta el catorce, por qué?
Fernando sonrió tímidamente y señaló su camiseta de fútbol.
‒Me han elegido titular para jugar en el equipo del colegio.
‒¿Ah, sí? Debes de ser muy bueno.
‒Dicen que soy pequeño.
‒Pero crecerás.
‒Eso dice el capitán.
La puerta se abrió de golpe y Yolanda buscó a su hijo.
‒Siempre te quedas atrás. Menos mal que no te has movido del sitio. Vámonos. Levántate, arriba.
Fernando suspiró fuerte y saltó al suelo. La profesora le guiñó un ojo. Le hizo un gesto para que se acercase y le susurró:
‒Para ti va a ser un gran catorce, ya lo verás.

miércoles, 1 de enero de 2014

En camino: ¡Feliz 2014!

¡Feliz año 2014!

El 1 de Enero debería ser oficialmente el día de los propósitos. Las mismas preocupaciones, los mismos problemas, pero un punto y seguido en nuestra actitud. Aunque se pierda esa chispa que aviva ahora mismo todo lo bueno, es obvio que cada año queremos cambiar. Queremos que hoy sea un nuevo comienzo... ¿Y por qué no?

Pues no, ¿no es nuevo, ni bueno, ni apetecible, porque hay que vivir, hay que salir adelante, hay que luchar cuando no quedan fuerzas, porque nos seguimos tropezando, porque habrá sorpresas que gusten menos, porque nada será fácil y por miles de razones más?

Dicen que da igual un día que otro, un 31 de diciembre que un 1 de enero. Pues sí, no envejecemos de repente. Pero no, no nos planteamos la vida igual. Y no importa si es un 1, o un 2, o un 3, lo que importa somos nosotros, ¿en qué pensamos, por qué miramos atrás, cómo queremos enfrentar los días?

Necesitamos ilusión. Necesitamos creer que somos capaces. Necesitamos ser quienes somos y no una sombra ni un sueño pisado. Y por eso nos agarramos con tanta fuerza al nuevo año y deseamos lo mejor a las personas que nos importan. Hoy es el motor, pero adelante estará nuestro trabajo. Poco a poco contra todo, porque nos lo debemos a nosotros mismos.

No se trata de quedar bien, sino de sentirnos satisfechos. Es despertar nuestra inquietud, nuestras habilidades, y apostar por ellas. Hay algo más importante que un propósito, y somos nosotros. Si lo creamos es que hemos dado el primer paso. Ahora queda seguir caminando.