¿Te atreves a soñar?

jueves, 22 de enero de 2015

Charlie Hebdo. Tú eres, yo soy

Imagina que representan a tu madre, o a tu padre, o a tus hermanos en una situación insultante y comprometida. Ella siendo filmada desnuda, él compartiendo trío con su padre y su hijo, ellos con el cuello en el cuchillo de un radical. ¿Dirías que es humor? Los atentados contra el Charlie Hebdo han reabierto el debate de la libertad de expresión, que ya explotó cuando publicaron por primera vez las viñetas satíricas de Mahoma en 2006. Apenas unas horas después del atroz escenario que dejaban los hermanos Kouachi en París, ciudadanos de diferentes nacionalidades protestaban bajo el lema “Je suis Charlie”. Los diarios abrían sus portadas al día siguiente como si el asesinato hubiera sido contra la libertad de expresión, pero no puede ser libertad de expresión la falta de respeto.
Ya lo advirtió Sartre: “Mi libertad empieza donde termina la de los demás”. Herir las libertades individuales no es libertad de expresión. Si lo fuera, estarías reconociendo que el mejor sistema para gobernarnos somos cada uno de nosotros y por lo tanto, la anarquía.
Las viñetas satíricas del Charlie Hebdo eran provocativas y la provocación está bien. Siempre ha existido y es opinión pública, pero otra cuestión son las formas. Hay que tener cuidado si te quieres reír de los demás. Primero, porque no todas las culturas son iguales y lo que en Occidente se ha abanderado como una defensa de la libertad de expresión, en Oriente se ha interpretado como un ataque directo a lo más sagrado, sus creencias. Segundo, porque no debes herir a los demás. No se debería atentar contra los principios que rigen una vida, igual que tampoco se debe asesinar.
“Je suis muslim et j'aime mon Prophète” rezaba el cartel que sostenía un niño en una manifestación. “Je suis Charb”, “Je suis Cabu”, dicen otras tantas pancartas. No quieres que te arrebaten lo que amas. Recuerda a tu madre, a tu padre y a tus hermanos humillados. Recuerda a Sartre: tu libertad donde termina la de los demás.

lunes, 19 de enero de 2015

El mal del folio en blanco

Dicen que el folio en blanco es terrible, que lo contiene todo en su nada y que puede resultar demasiado grande. No es cierto. El folio en blanco es una oportunidad. Lo terrible es no saber enfrentarlo, o abandonarlo antes del punto y final. Escribir es una tarea difícil. Hace falta tiempo y requiere un esfuerzo mental. ¿Que a los genios le nace la palabra de seguido? Mejor para ellos. Escribir, igualmente, es un sendero arduo donde se hacen la zancadilla la ortografía, la gramática y la expresión.

El problema es que a escribir se aprende leyendo. No hay más truco ni más secreto que este: que un buen escritor baila con las letras porque tiene confianza con ellas, que ha pasado horas conociéndolas en las páginas de las novelas, libros o periódicos; que ha sido cómplice y amante antes que escritor. La fórmula está en el plato de todos, aunque aún así el Centro de Investigación Sociológica (CIS) evidencie que en España el nivel de lectura es bajo. En la encuesta publicada este enero, el 35% de la población preguntada reconoció no leer “casi nunca” o “nunca”.

¿Cómo no vamos a temer el folio en blanco si en España no se lee? ¿Cómo vamos, si quiera, a gobernar, o a saber gobernarnos? Que un 35% de españoles apenas lean, es escalofriante. No sólo porque la industria editorial se atropelle en ventas, sino porque leyendo se aprende a pensar y a escribir, se conocen otros puntos de vista y otras culturas.

Peter Callesen

Leer nos enseña que no somos el ombligo del mundo. Porque cuando no leemos podemos pensar que nuestros problemas son los más grandes, que nuestra opinión (si es que sin leer se puede formar alguna) es la única válida y que lo que se sale de nuestro radar no es importante. Los datos no pueden cuestionarse, son los que son: un 35% de encuestados que “casi nunca” o “nunca” abren un libro y liderazgo de la popularmente llamada “telebasura”. Así, por ejemplo, el viernes 16 de enero, “Sálvame Deluxe” se ganaba el tercer puesto en las listas de audiencia con 2.737.000 espectadores.

Leer, y en consecuencia escribir, supone detenerse y pensar. “Sálvame Deluxe”, por seguir con el ejemplo, es en cambio un formato de entretenimiento fácil, de consumo rápido y donde no tiene cabida la reflexión.

Me resisto a acostumbrar los ojos a las faltas de ortografía o a resignar los oídos a las conversaciones huecas. Un folio en blanco no es un enemigo. A un folio en blanco le queda todo por escribir. Pero si no leemos ni nos atrevemos a enfrentarlo, quedaremos suspendidos en una nube de anarquía lingüística. Espero que no nos acabemos estrellando.