¿Te atreves a soñar?

jueves, 12 de mayo de 2011

Querido humano: aquí estoy

Querido humano:

Hace tiempo que intento llamar tu atención, pero tu falta de tiempo me está agotando. ¿Qué te pasa? ¿Tan difícil es hacerme un poco de caso? ¿No te das cuenta de que, sin mí, tu vida se vuelve cada vez más insípida? De tu casa al trabajo, del trabajo a recoger a los niños y de allí de nuevo a tu casa. El desayuno, la comida, la merienda y la cena. El telediario después de almorzar y la siesta.

¿Qué puedes contarme de las personas que más te importan? Quiero saberlo todo sobre ellas. ¿En qué color sueñan? ¿Cuántas estrellas brillan en sus ojos? ¿Son princesas, hadas, piratas, vaqueros? ¿Corren o navegan? ¿Saben bailar un vals con las nubes? Cuéntamelo todo sin reservas, estaré encantada de oírte.

Hace tiempo que intento llamar tu atención, pero da igual cuantas veces lo intente o cuantas veces te lo repita en esta carta, porque luego se te olvidará. Aun así, te diré que me gusta tu mirada soñolienta cuando te despiertas y descorres las cortinas. El café junto a la radio, el periódico o el televisor y... al trabajo. Allí me olvidas. Aunque sé que si no lo hicieras, aprenderías mucho más. ¿Te has fijado en que cada día el sol viste de un color diferente? Cuando te sientas en la silla de tu oficina, o te colocas tras el mostrador, cuando comienzas una nueva jornada laboral, ¿has comprobado si la amante del sol sigue esperándolo? Ya sabes, la luna, que llora siempre vestida de gala. Y a quiénes te rodean, ¿con qué adjetivo identificarías sus sonrisas? Esa señora vestida de azul, ¿está “aburrida”, “nostálgica”, “enamorada”, “chiflada”? ¿Qué suspiros retienen sus labios?

¡Ah, aprenderías tantas cosas! Descubrirías cuántas vidas tejen primaveras y cuántas prefieren la soledad de un invierno gélido. ¿Le has preguntado a tus hijos qué piensan de mí? Con ellos me llevo bien. El otro día el más pequeño me contó un secreto y yo, a cambio, lo transporté a un lugar al que sólo viajan quienes me aman. Yo no le he confesado que me olvidaste, ni lo haré. Sabes que te prometí lealtad y, aunque me desprecies como lo haces, seguiré a tu lado. Atrévete a darme la mano. No muerdo, ni engaño. Conmigo amarás la vida o, por lo menos, conocerás los matices más dulces que rechazaste cuando te hiciste “mayor”.

Atentamente; (Debo parecer formal y respetar las estructuras que le habéis impuesto a las cartas)

Tu imaginación.

P.D.: Si me aceptas... volveré a hacerte sonreír.

1 comentario:

  1. ¡Genial!,¡Original!,con un final inesperado...
    Gracias por tu carta,me ha hecho pensar.A partir de ahora intentaré romper con la rutina del dia a dia.
    Zuri

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