La vida está tan llena de contradicciones que merece la pena ser vivida. Si conociésemos el final de nuestra historia, cualquier mirada, cualquier beso y cualquier palabra, perdería la fascinación del "¿Qué pasará?" y permaneceríamos en la nube de lo previsible. Todo estaría visto, sentido y escuchado.
Si nos dijesen la última frase de nuestra historia, la vida no sería tan imprevisible, deliciosa y desconcertante como las nubes del cielo de Pamplona.
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