La meta se alcanza hoy, después
de dieciséis días, y además de diecisiete medallas deja tras de sí
el sabor del sueño olímpico. Los Juegos tienen algo mágico,
pues en el esfuerzo, la concentración y las lágrimas de los
deportistas está nuestra propia lucha. Quizá por eso vemos deportes
que nunca antes nos habían llamado la atención, o nos levantamos
del sofá con una extraña inquietud. Ellos han trabajado por lo que
más deseaban, como hacemos cada uno de nosotros en el día a día.
Esa determinación, con sus gritos, sus sonrisas gigantes y sus
lágrimas remueven nuestros propios sueños. ¡Enhorabuena a todos
los campeones!
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