Llevaba días enamorada. Al salir el sol, descorría las cortinas y se asomaba a la ventana. Todo le parecía hermoso: la calle, el sol, las flores, su vida. Podía pasarse horas frente al espejo, imaginándose conversaciones que no tendrían lugar. Podía bailar con su peluche preferido y sentarlo a su lado mientras trabajaba. Podía reír y llorar al mismo tiempo y, cuando nadie la observaba, se atrevía a dibujar su recuerdo con los dedos.
Cada vez que recordaba su mirada, se estremecía y una tímida sonrisa florecía en sus labios. Soñaba con sus manos e imaginaba su voz. No entendía cómo en tan poco tiempo él había pasado a ser su pensamiento. Lo amaba, ¡claro que lo amaba! Y estaba dispuesta a dejarlo todo por sus besos.
¿Y él? Él nunca le había dicho nada. ¿Qué le iba a decir, si él era príncipe y ella, artesana?
Hola artesana de la ficción. Hoy te he imaginado en una granja de Africa, a los pies de los Ngong hills. Alli la baronesa Blixen pasaba largas tardes y noches contando historias; especialmente a su principe, Dennis.
ResponderEliminarAntes, eso era un auténtico arte. Apenas habia otro modo de pasar las veladas. Reconforta ver como casi un siglo despues alguien prefiere plantar historias en un bosque de papel, en lugar de segar su imaginacion entre la fisica y la quimica.
Algun dia tendras que llevar tu tinta cerca de Mombassa, y contemplar por ti misma porque esa granjera se enamoro de un cazador.
Lo de`` dibujar los sueños con los dedos¨ me parece una imagen preciosa que deja abierta la puerta a la imaginacion......¡¡adelante¡¡
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