Ámame con colores
¿Te atreves a soñar?
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martes, 21 de julio de 2015
lunes, 20 de julio de 2015
domingo, 19 de julio de 2015
sábado, 18 de julio de 2015
viernes, 17 de julio de 2015
jueves, 16 de julio de 2015
miércoles, 15 de julio de 2015
Adiós, San Fermín
Pamplona se vuelve una niña
juguetona cuando llegan los sanfermines. Un día todo está normal y
al siguiente, se le ha ido la cabeza.
Pamplona se enamora los nueve días
que dura su fiesta. Las calles se riegan de blanco y rojo, de risas,
de alcohol, de gente.
Los autobuses no duermen.
¡Viva San Fermín!
A los vasos de plástico les nacen
alas.
¡Gora San Fermín!
Destellos de luz, pedacitos de cielo incendiado en los fuegos. Noches de
insomnio obligado, deseados colchones de pavimento. Párpados
vencidos.
Camiseta blanca, pantalón blanco,
faja roja, pañuelo rojo.
Horas de cuerpos dormidos sobre el
vallado del encierro.
El peligro camuflado en la
adrenalina. Carreras delante, detrás y al lado de astas bravas.
Sangre. Eco de risas.
Más alcohol y más sueño.
Más ganas de bailar. Más vida.
Pamplona vibra en distintos
idiomas, en distintos acentos. Se comparte todo, se regalan sonrisas.
El reloj ha regresado al 365.
Pobre de mí. Ha llegado la hora
de desanudarse el pañuelo.
¡Adiós, San Fermín!
Fotografías: BRGG.
martes, 7 de julio de 2015
El corredor del encierro
La
sangre seca en la camiseta blanca era el recuerdo de su primer
encierro. Acababan de darle el alta y se alegró de encontrar a su
amigo en la salida de Urgencias. Mike le tendió una cerveza y
sonrió.
—Creía
que no volvería a verte.
El
herido se encogió de hombros y se llevó la mano libre a la espalda.
—¿Cómo
estás? —Asier lo abordó al reconocerlo—. Menudo susto nos has
dado. ¡Te ha cogido el
toro!
James
repitió el gesto y dio un trago.
—Pues
no lo
vi hasta que me pilló.
—¿Te
duele?
—He
tenido suerte.
Asier,
que acogía en su casa al americano durante los sanfermines, le
prestó el móvil.
—Menudo
susto, hombre. ¡Y Mike y yo esperándote en la plaza con las
bebidas! Menos mal que nos hemos enterado que te traían a aquí.
James
se rió.
—Desde
luego, no volveré a correr —dijo.
Estaba
tranquilo, aunque continuaba con la impresión de la mancha blanca
corriendo a su alrededor y el asta atravesándole la piel.
—¿Por
qué corriste? —preguntó un joven que se presentó como
periodista.
Dio
un trago y se arregló la barba. Sonrió. Se volvió hacia Mike y le
puso la mano en el hombro.
—¿Por
qué corrí? —parecía realmente divertido.
—¿Por
qué corriste? —repitió el amigo—. Pues no lo sé. ¿Por qué
corriste?
James
se echó a reír mientras miraba la mancha roja.
—No puedes venir a sanfermines y no hacerlo.
—No puedes venir a sanfermines y no hacerlo.
jueves, 22 de enero de 2015
Charlie Hebdo. Tú eres, yo soy
Imagina que
representan a tu madre, o a tu padre, o a tus hermanos en una situación
insultante y comprometida. Ella siendo filmada desnuda, él compartiendo trío
con su padre y su hijo, ellos con el cuello en el cuchillo de un radical.
¿Dirías que es humor? Los atentados contra el Charlie Hebdo han reabierto el
debate de la libertad de expresión, que ya explotó cuando publicaron por
primera vez las viñetas satíricas de Mahoma en 2006. Apenas unas horas después
del atroz escenario que dejaban los hermanos Kouachi en París, ciudadanos de
diferentes nacionalidades protestaban bajo el lema “Je suis Charlie”. Los
diarios abrían sus portadas al día siguiente como si el asesinato hubiera sido contra
la libertad de expresión, pero no puede ser libertad de expresión la falta de
respeto.
Ya lo
advirtió Sartre: “Mi libertad empieza donde termina la de los demás”. Herir las
libertades individuales no es libertad de expresión. Si lo fuera, estarías reconociendo
que el mejor sistema para gobernarnos somos cada uno de nosotros y por lo
tanto, la anarquía.
Las viñetas
satíricas del Charlie Hebdo eran provocativas y la provocación está bien.
Siempre ha existido y es opinión pública, pero otra cuestión son las formas.
Hay que tener cuidado si te quieres reír de los demás. Primero, porque no todas
las culturas son iguales y lo que en Occidente se ha abanderado como una
defensa de la libertad de expresión, en Oriente se ha interpretado como un
ataque directo a lo más sagrado, sus creencias. Segundo, porque no debes herir
a los demás. No se debería atentar contra los principios que rigen una vida,
igual que tampoco se debe asesinar.
“Je suis
muslim et j'aime mon Prophète” rezaba el cartel que sostenía un niño en una
manifestación. “Je suis Charb”, “Je suis Cabu”, dicen otras tantas pancartas. No quieres
que te arrebaten lo que amas. Recuerda a tu madre, a tu padre y a tus hermanos
humillados. Recuerda a Sartre: tu libertad donde termina la de los demás.
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