Cuando cierro los ojos, regresa. Es espumosa y ácida, burbujea como las pompas de jabón en la bañera. Tiene un aliento frío y una voz dulce. Se arrastra. Se arrastra como un cosquilleo nervioso. Y no sé qué es. Ni si tiene que ver contigo. No sé si es miedo o es expectación, o es nada o lo es todo. Se extiende hasta la punta de mis dedos y tengo la impresión de que alguien se dará cuenta. Pero nadie se estremece al besarme. Nadie ve nada por más que yo solo la veo a ella.
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