¿Te atreves a soñar?

viernes, 6 de marzo de 2020

Era


El abrigo amarillo mostaza flotaba en una ciudad gris. La niña caminaba despacio y muy recto, sin desviarse ni un poco por el vendaval que arrastraba Madrid. No alcanzaba a verle la cara, pero sabía perfectamente cuál era su expresión. Los ojos, las aletas de la nariz, los labios le temblaban de un modo incontenible. El corazón estaba tan encogido que no habría forma de encontrarlo ni hurgando entre la grasa y los músculos y las venas. Y, sin embargo, era curioso cómo aquel abrigo levitaba sin desviarse un centímetro. 

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