Se dice que
el amor es ciego, ¿pero tanto como para casarse con un completo desconocido? El
nuevo reality de Antena 3 apuesta por ocho bodas que han formado una
sexóloga, un psiquiatra, una psicóloga y el test Vipscan. Casados a primera vista es como
cualquier oficio: una persona con una necesidad en manos de los expertos. Quizá
un test de compatibilidad sea tan capaz como la vieja Celestina de
Fernando Rojas.
Primero fue
el cortejo, después las redes sociales y ahora un programa de televisión. Está
claro que el amor puede aparecer el día menos pensado, incluso en el altar.
Aunque 70 de los 100 participantes que entraron en la final salieron por patas
cuando descubrieron que se tenían que casar. La compatibilidad de los
concursantes la determina un test que analiza la personalidad. Después de 400
preguntas y más de 200 combinaciones, los porcentajes deciden quién está hecho
el uno para el otro. No se tiene en cuenta la atracción física, pero sí la inteligencia,
las emociones, el carácter. Eso es lo que importa, ¿no? El interior. Entonces
el éxito está asegurado. Como el famoso cuestionario de las 36 preguntas, que
consistía en responder con sinceridad y luego mirar al otro por cuatro minutos.
En 1997 fue parte de un experimento y culminó en boda. La única diferencia es
que entonces hubo miradas profundas, sonrisas y nervios, y ahora sólo hay
nervios. Son las prisas de nuestro siglo. Por eso triunfan Edarling, Meetic,
o incluso Whatsapp. Los piropos atraviesan el ciberespacio, los besos
son emoticonos y las palabras de amor, caligrafía Times New Roman.
La última
encuesta del INE registró un total de 100.437 divorcios, separaciones y
nulidades en 2013. La mayoría de esas parejas se eligieron voluntariamente y,
sin embargo, se equivocaron. El ser humano tiene sus limitaciones, pero se dice
que los datos son fiables. ¿Entonces por qué tiene que fracasar un matrimonio
que ha unido la ciencia? Quizá estemos ante la fecundación in vitro del
amor.
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