Te
escucho. Sí, escucho cómo te revuelves y cómo resbalas y cómo
salpicas al tropezar. Escucho tu grito sumiso cuando te partes y te
traga la tierra. Te despide un coro monótono de lluvia y el palpitar
de las hojas que has besado. Pero la gente corre con las manos en la
cabeza y los pensamientos en otra parte. Chapotean y se alejan, y se
acercan otros que se van.
Escucho
cómo burbujean las entrañas de la tierra, por debajo de todo ese
verde brillante, y al caracol que se recoge y a la hormiga que
desaparece detrás de la araña.
El
viento barre la alfombra roja del otoño y los primeros copos de
aguanieve velan las ramas desnudas de los árboles. Las aves se
sacuden el frío y se arrebujan en los nidos que pronto quedarán
vacíos.
Y
huele a castañas y a invierno, porque siempre huele de ese modo
cuando se acerca diciembre.
Me ha gustado un montón. Muchos besitos Blanca, sepas que te quiero mucho. ¡Hasta pronto!
ResponderEliminarMuchas gracias, Isaac. Un abrazo.
EliminarEstoy segura d que me repito,pero es que eres capaz de darle categoria de acontecimiento a cualquier cosa que cuentes,por insignificante que sea y eso me parece precioso....y dificil.Muchos besos.Pepi
ResponderEliminarjajaja Bueno, ya no podría continuar sin tus comentarios... Me dan mucha fuerza.
EliminarMuchos besos, Pepi.
Con que pocas palabras y de qué forma tan preciosa describes momentos y detalles cotidianos en los que no reparamos normalmente. Eres un encanto con mucho talento. Que Dios te bendiga Blanca.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Me alegro de que hayas disfrutado con esta observación de los primeros pasos, siempre tímidos, del invierno.
EliminarTodos esos tesoros están ahí, a nuestro alcance, y son valiosos porque nos enamoramos de ellos.
Un abrazo muy fuerte, MªIsabel.