Ella no dijo nada, absolutamente nada. Cuando le
dijeron que abandonase el equipo, solamente recogió su anillo de plástico, que
siempre dejaba en la mesa nada más llegar, y se fue. Detrás de sí lo dejó todo,
incluidos los ignorantes que no tuvimos una explicación. Quisimos llamarla para
decirle que era broma, pero su ausencia nos arrastró hasta el punto de que
fuimos incapaces de hacerlo. Sin ella no hubo más proyectos. Con su marcha se
escaparon los gatos de la habitación.
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