¿Te atreves a soñar?

jueves, 21 de marzo de 2013

Me basta así


Los planes siempre se desmontan, de modo que reservaré el relato que tenía pensado publicar hoy y felicitaré a la Poesía. Hoy es el día mundial de este arte y creo que se merece una entrada especial en El Bosque de papel. Aunque apuro las últimas horas de este 21 de marzo, “más vale tarde que nunca”.
Fue una bonita sorpresa cómo recordé la fecha. Resulta que cada año y en este día, mi Universidad se llena de papelitos de todos los colores. Durante un tiempo, alumnos, profesores y empleados envían sus poesías preferidas, propias o de otros autores, a Actividades Culturales de la Universidad, y se reparten cuando llega el aniversario de la Poesía. El resultado es una explosión de emociones, suspiros y sonrisas. En los bancos de las facultades, en las mesas de la entrada, en las aulas... Miles de colores y millones de palabras.
Así que esta mañana, cada vez que encontraba un montoncito de poemas, corría a descubrir su contenido, entusiasmada. Bécquer, Benedetti, Machado... Los leía con mis compañeros y los volvía a dejar donde estaban, para el que viniera detrás. Hasta que encontré “Me basta así”, y empecé a recitarlo una y otra vez, sin cansarme. Enseguida supe que sería mi protagonista del día.

“Me basta así”

Me basta así
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si el sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olos, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
–de eso sí estoy seguro: pongo
tanta atneción cuando te beso–;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si fuese
Dios, habría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal y como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina imapalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de sí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando –luego– callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo constelaciones: existes.
Creo en ti. Eres. Me basta).

Poema de Ángel González

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