En la Navidad se reúnen todos los
buenos deseos. Paz, esperanza, amor... Y tratamos de ser un poco más
felices. Hacemos compras, nos permitimos caprichos, nos volvemos más
amables, más permisivos, más tolerantes. Incluso nuestro reflejo de
las mañanas parece más simpático.
¡Feliz Navidad!
Y nos abrazamos. Tenemos buenos deseos
para todo el mundo; también para aquella persona que nos cruzamos
cada día y con la que nunca intercambiamos una palabra. Pero es
Navidad. Es Navidad y el mundo es más agradable.
Las calles heladas parecen cálidas
con los brillos de los escaparates. Hay árboles recargados con
espumillón dorado, plateado, bolas rojas, azules, amarillas... Las
ciudades parecen disfrazarse de diosas, tan bellas, tan ricas, tan
abundantes. Y en los comercios cantan villancicos. Voces de ángeles
con alas de cartón.
Ya no miramos con compasión a los
vagabundos y a los mendigos, sino que lo hacemos como hermanos.
Somos buenos.
Somos generosos.
Somos felices.
Compramos turrón, bombones,
bizcochos, pasteles... No importa el peso. Da igual si engordamos,
porque es Navidad.
Elegimos los regalos más voluminosos
y todo nos parece poco. Queremos hacer felices a nuestras familias y
amigos, así que seguimos comprando, aunque a cambio tengamos que
renunciar a otras cosas. ¿Compramos la felicidad?
La felicidad está en el amor y el
amor está en lo que permanece.
Hay Navidad cuando abrimos los brazos
con sinceridad, cuando ofrecemos nuestro tiempo a quienes lo
necesitan, cuando creemos que somos valientes y que podemos hacer el
bien, cuando nos estremecemos con una risa, una mirada o un canto.
Hay Navidad cuando decidimos remendar nuestros errores y comenzar
desde el principio.
Podemos ser buenos.
Podemos ser generosos.
Somos capaces de ser felices.
Los regalos son muestras de nuestro
amor, pero la materia no es el eje. No hay más amor por cantidad de regalos. No se trata de gastar, sino de estar juntos.
Hay que confiar, alentar al que quiere
rendirse, ayudar, perdonar y observar la vida con los ojos del respeto y la
comprensión.
La Navidad no debe escaparse con los
árboles, las estrellas y los villancicos.
Navidad es querer amarse.
Es darse otra oportunidad.