En trance.
El zumbido quemado de la
música.
Sonrisas consumidas por
las risas.
El alcohol.
Doscientos cuerpos sacudiéndose
la adrenalina en la pista. Las luces llevan media noche marcando los ritmos.
Azul.
Amarillo.
Rojo.
Flashes.
La barra está salpicada
de gotas de sudor. El camarero sirve casi al tiempo que cobra. Los clientes
apuran el contenido, sedientos. Luego se alejan zarandeando la cabeza, con vasos
de cristal que probablemente acabarán en el suelo.
Una multitud que se
vacía de problemas en cada salto.
Cruce de miradas.
Dos amigas gritan con
los brazos levantados.
Cautivo.
Pau no puede dejar de
mirarlas.
Camina. Cada paso
parecería torpe en aquellas baldosas pegajosas si no fuera porque nadie presta
atención.
Le gusta su vestido
negro.
Calor.
Trastabilla cuando le
empujan sus amigos, que gritan en su oído en un intento de que les oiga. Pau se
agarra a una mesa alta sin dejar de sonreír. Las notas se le clavaban en los
oídos. A su alrededor ha empezado una danza frenética, casi robótica. Hace una
mueca y la mira. Tiene el pelo rizado.
Empuja para abrirse
camino y se precipita en la corriente de cuerpos.
Desde algún lado del
techo caen papelitos brillantes y la gente levanta los brazos como si quisieran
atraparlos. La música continúa machacando los miedos.
Al límite.
Ella se estremece con la
risa y salta la mirada hasta encontrarle a él.
Le queman las mejillas.
Sonríe.
Es difícil avanzar, pero
sólo quedan unos poco metros.
Pau se esfuerza en
extender el brazo.
Las luces parpadean y
una nube de humo empieza a ascender desde las rendijas del suelo. Aún puede ver
sus caderas marcando los pasos. Luego se disipan, se sumergen antes que su
rostro perlado por el sudor. Sus labios parecen estallar de júbilo.
Pau se revuelve y trata
de apartar la cortina gris que los ha separado.
Azul.
Amarillo.
Rojo.
Flashes.
Atracción.
Prepara su sonrisa
seductora para cuando amaine la humareda.
Se disipa, con una
oleada de carcajadas, y se prepara.
Piensa en su melena
enredada. Piensa en ella.
Azul.
Amarillo.
Rojo.
Flashes.
Sonríe.
Estrella su mirada
contra la columna.
¿Y ella?
¿Dónde está ella?
Frases cortas, enumeración caótica, estética oscura... Ya se notan los deseos de fiesta y marcha. ¡Venga, que ya queda menos para 2012!
ResponderEliminarLo acabas de leer con el corazon palpitante de flases y colores.Tiene fuerza y me gusta.Bssss Pepi
ResponderEliminarUfff!! me acabo de acordar de cuantos años hace que no tengo esa sensación, realmente parecía que estaba en esa fiesta.Muy interesante.
ResponderEliminarTe esperamos ya!!!!Besos de todos.
¡Qué locura! Bien contada.
ResponderEliminarSaludos