El mar se extendía inmenso, cosiendo de punta a punta el horizonte. Rugía a cada bocanada de aire mientras el viento helaba la carne. Sólo el mar, el sol y el cielo. Una melodía de luces y sombras, apacible y sublime. Una cadena de colores, olor a sal y una sonrisa satisfecha. Nadie puede más que la Naturaleza... después de todo, siempre acabamos escodiéndonos donde ella puede encontrarnos.
Qué interesante la última frase...llevas toda la razón. Por cierto, sales muy en tu papel en la foto, es muy bonita. Besos.
ResponderEliminarSaber apreciar esos momentos únicos e irrepetibles que nos regala la Naturaleza y transformarlos por medio de las palabras en arte demuestra tu gran sensibilidad,cualidad fundamental para abrirte camino en el mundo de las letras.Si añadimos a esto tu constancia y tus ganas de aprender ,llegarás lejos.
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