Echo de menos tu sonrisa, porque cuando sonríes, el mundo baila. El ritmo lo contagia tu boca abierta, tu nariz arrugada y unos ojos muy vivos.
Chisporrotean con la gravedad de un agujero negro y me caigo dentro.
Caerse en tus ojos es dar vueltas en lo profundo y en lo desconocido, en el arte, en los versos, en un segundo tan largo como una hora después de ti.