Eran nueve cables eléctricos curvados por palomas. No sé si querías decirme que la ciudad era sucia o simplemente te hacía gracia. Probablemente llamaste a los demás: mirad qué de ratas voladoras.
En Naipyidó también había cientos, aunque allí saltaban unas sobre otras hasta adoptar la forma de gigante. Lo sé porque me grabaste un vídeo y me reí mucho.
Así que palomas. Palomas y pagodas, como un trabalenguas. Templos dorados donde las mujeres barren en línea y no están permitidos los zapatos. Oh, eso me pareció divertido. Aunque me cuesta creer que haga tanto calor cuando aquí hace tanto frío.
SQ |
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